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martes, 29 de junio de 2010

LA REPETICIÓN EN LA PAREJA. TANCREDO Y CLORINDA, DE TASO.


Freud nos habla en Mas allá del Principio el Placer, de la compulsión a la repetición. Se conocen individuos en quienes toda relación humana lleva a idéntico desenlace: benefactores cuyos protegidos (por disímiles que sean en lo demás) se muestran ingratos pasado cierto tiempo, y entonces parecen destinados a apurar entera la amargura de la ingratitud; hombres en quienes toda amistad termina con la traición del amigo; otros que en su vida repiten incontables veces el acto de elevar a una persona a la condición de eminente autoridad para sí mismos o aun para el público, y tras el lapso señalado la destronan para sustituirla por una nueva; amantes cuya relación tierna con la mujer recorre siempre las mismas fases y desemboca en idéntico final, etc. Este «eterno retorno de lo igual» nos asombra poco cuando se trata de una conducta activa de tales personas y podemos descubrir el rasgo de carácter que permanece igual en ellas, exteriorizándose forzosamente en la repetición de idénticas vivencias. Nos sorprenden mucho más los casos en que la persona parece vivenciar pasivamente algo sustraído a su poder, a despecho de lo cual vivencia una y otra vez la repetición del mismo destino. Piénsese, por ejemplo, en la historia de aquella mujer que se casó tres veces sucesivas, y las tres el marido enfermó y ella debió cuidarlo en su lecho de muerte. La figuración poética más tocante de un destino fatal como este la ofreció Tasso en su epopeya romántica, la Jerusalén liberada. El héroe, Tancredo, dio muerte sin saberlo a su amada Clorinda cuando ella lo desafió revestida con la armadura de un caballero enemigo. Ya sepultada, Tancredo se interna en un ominoso bosque encantado, que aterroriza al ejército de los cruzados. Ahí hiende un alto árbol con su espada, pero de la herida del árbol mana sangre, y la voz de Clorinda, cuya alma estaba aprisionada en él, le reprocha que haya vuelto a herir a la amada.

- Todos hemos oido frases como: Todos los hombres son iguales, unos..., o todas las mujeres son iguales, unas... (póngase el adjetivo que se use habitualmente), pero si todas tus relaciones amorosas terminan igual, con un fatal destino ¿no será que tú tienes algo que ver? Quizás no se trata de que todos los hombres/mujeres sean iguales (cosa imposible), sino de que tu manera de amar siempre es la misma. Probemos a cambiarla.

lunes, 21 de junio de 2010

LA TEORÍA DE LA MEDIA NARANJA. EL MITO DE ARISTÓFANES EN EL BANQUETE DE PLATÓN.


Este es un fragmento del discurso de Aristófanes en El Banquete, de Platón:


"En primer lugar, tres eran los sexos de los hombres, no dos como ahora, masculino y femenino, sino que había además un tercero que era común a esos dos…El andrógino (hombre-mujer), en efecto, era entonces una sola cosa en cuanto a figura y nombre, que participaba de uno y otro sexo, masculino y femenino…Eran, pues, terribles por su fuerza y su vigor y tenían gran arrogancia, hasta el punto de que atentaron contra los dioses…Tras mucho pensarlo, al fin Zeus tuvo una idea y dijo: "Me parece que tengo una estratagema para que continúe habiendo hombres y dejen de ser insolentes, al hacerse más débiles. Ahora mismo, en efecto -continuó-, voy a cortarlos en dos a cada uno, y así serán al mismo tiempo más débiles y más útiles para nosotros, al haber aumentado su número…Así pues, una vez que la naturaleza de este ser quedó cortada en dos, cada parte echaba de menos a su mitad, y se reunía con ella, se rodeaban con sus brazos, se abrazaban la una a la otra, anhelando ser una sola naturaleza…"


Este es el primer mito del amor entre humanos, puesto que hasta entonces, los mitos se referían al amor entre dioses. Como podemos ver, es una idea sobre el amor muy extendida: la teoría de la media naranja, la idea de que nuestro amor está esperándonos en algún lugar, y sólo se trata de encontrarlo, o más bien de reencontrarlo, puesto que una vez fue parte de nosotros. Sin emabrgo, esto es mítico, nadie nos espera en algún lugar, las relaciones se construyen, se producen con trabajo. Esta idea del banquete, es la idea del amor como completud, el otro nos completa. El psicoanalista Miguel Menassa, escribe en su libro Aforismos y decires: Las medias naranjas, tendrán sólo medio camino.

El amor dista de colmar todas las necesidades del sujeto. Quizás un manera distinta de pensar el amor sería que cada uno se hiciera su vida, que siempre se hace con otros, porque no hay humano aislado, y así podrían encontrarse dos humanos con sus dos vidas, en vez de tener media vida cada uno.


domingo, 20 de junio de 2010

LOS CELOS PATOLÓGICOS. Otelo de Shakespeare.




Otelo, el moro de Venecia, de Shakespeare, es quizás el celoso más famoso de la historia. Su criado ha convencido a Otelo de que Desdémona le ha sido infiel. Y aunque ella jamás lo haya hecho, Otelo está cegado por los celos. A pesar de que la ama con pasión, decide matarla, y se acerca a su lecho para hacerlo.

Escena Segunda del acto V:

Dormitorio en el castillo.-Desdémona duerme en el lecho.-Arde una luz

Entra OTELO

OTELO.- ¡He ahí la causa! ¡He ahí la causa, alma mía!... ¡Permitidme que no la nombre ante vosotras, castas estrellas!... ¡He ahí la causa!... Sin embargo, no quiero verter su sangre, ni desgarrar su piel, más blanca que la nieve, y tan lisa como el alabastro de un sepulcro. Pero debe morir o engañará a más hombres.- ¡Apaguemos la luz, y después apaguemos su luz! Si te extingo, agente de la claridad, y me arrepiento en seguida, podré reanimar tu primitiva llama; pero una vez tu luz extinta, ¡oh, tú, el modelo más acabado de la hábil naturaleza!, no sé dónde está aquel fuego de Prometeo que volviera a encender tu luz. Cuando haya arrancado tu rosa, no podré darla de nuevo su potencia vital. Necesariamente habrá de marchitarse. (Besando a Desdémona.) ¡Quiero aspirarla en el tallo!- ¡Oh, aliento embalsamado que casi persuade a la justicia a romper su espada! - ¡Uno más! ¡Otro aún! ¡Quédate así, cuando estés muerta y te mataré, y acto seguido volveré a amarte! ¡Otro más! ¡El último!... ¡Nunca beso tan dulce fue tan fatal!... ¡Fuerza es que llore!... Pero son lágrimas crueles... ¡Este dolor es celestial; hiere allí donde ama!

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS CELOS:

- Los celos patológicos no suelen tener una base real, generalmente el amado es fiel, pero el amante interpreta todos los indicios en el sentido de estar siendo engañado.
-En ocasiones, los celos patológicos, son celos proyectados. Estos celos empiezan por la fantasía o deseo de cometer una infidelidad. Pondremos un ejemplo clínico: Andrés está casado con Pilar, la ama y son felices juntos. Conoce a Silvia, una amiga de Ana, y comienza a desearla. Como la moral de Andrés no le permite desear a otras mujeres fuera de la suya, aparece una fantasía inconsciente: Si Ana me engañara, yo tendría derecho a engañarla con Silvia. Entonces Andrés comienza a actuar como si realmente Ana lo hubiese engañado, le pregunta dónde ha estado cuando ella vuelve del traabjo, la persigue, la vigila, le mira sus mensajes en el movil, poseído por unos tremendos celos. Estos celos se resuelven cuando se acepta el deseo propio.
-Los celos son siempre deseos, siempre hay un deseo en juego. Es muy frecuente que la mujer de la pareja, termine en brazos del mejor amigo del él, o viceversa, el hombre de la pareja en brazos de la mejor amiga de la mujer. Es decir, él se va con la mujer que más desea ella, su mejor amiga, y ella con el hombre que más desea él, su mejor amigo.


viernes, 18 de junio de 2010

EL AMOR COMO RENUNCIA ¿Es amor?


Esto es un fragmento de Romeo y Julieta, la idea de un amor romántico que lleva a los amantes a la muerte. Y para algunas personas, el amor es así, total entrega, renuncia hasta del nombre propio. No crean que sólo pasa en las novelas. Un paciente consultó por una depresión. Había renunciado de tal manera a su deseo en aras de satisfacer su idea de amor, en su idea de renuncia total a si mismo y entrega sin medida al otro que había permitido que su pareja le cambiara el nombre, porque a ella no le gustaba el que tenía. Donde empieza la renuncia, empieza la venganza, si renuncio a mi deseo por el otro, al final me voy a vengar. En la tragedia de Shakespeare, los amantes renuncian a la propia vida por amor, pero también es una metáfora, no es necesario morirse para renunciar a la propia vida. Cuando el otro me pide que renuncie a mi vida ¿eso es amor?

Aquí os dejo con un fragmento de la tragedia.

jULIETA
¡Ay de mí!

ROMEO
Ha hablado. ¡Ah, sigue hablando,
ángel radiante, pues, en tu altura,
a la noche le das tanto esplendor
como el alado mensajero de los cielos
ante los ojos en blanco y extasiados
de mortales que alzan la mirada
cuando cabalga sobre nube perezosa
y surca el seno de los aires!

JULIETA
¡Ah, Romeo, Romeo! ¿Por qué eres Romeo?
Niega a tu padre y rechaza tu nombre,
o, si no, júrame tu amor
y ya nunca seré una Capuleto.

ROMEO
¿La sigo escuchando o le hablo ya?

JULIETA
Mi único enemigo es tu nombre.
Tú eres tú, aunque seas un Montesco.
¿Qué es «Montesco» ? Ni mano, ni pie,
ni brazo, ni cara, ni parte del cuerpo.
¡Ah, ponte otro nombre!
¿Qué tiene un nombre? Lo que llamamos rosa
sería tan fragante con cualquier otro nombre.
Si Romeo no se llamase Romeo,
conservaría su propia perfección
sin ese nombre. Romeo, quítate el nombre
y, a cambio de él, que es parte de ti,
¡tómame entera!

ROMEO
Te tomo la palabra.
Llámame « amor » y volveré a bautizarme:
desde hoy nunca más seré Romeo.

lunes, 14 de junio de 2010

LOS CELOS. (1)


Cuadro: Ingres. Gianciotto descubre a Francesca de Rimini y Paolo Malatesta.

1- En los celos existe un sentimiento de exclusión. Cuando uno se siente excluído (lo que se observa en frases como: "¿porqué no me avisásteis a mí?", "nadie me dijo nada", "fui el único que no me enteré": son frases que pronunciamos cuando sentimos celos).
2- En los celos, hay un deseo, se desea aquello de lo que se siente celos.
3- En los celos, existe un sentimiento de propiedad sobre el otro.

ESTE BLOG

Este blog no tiene ninguna pretensión de utilidad, ni tampoco de belleza, quizás tenga alguna pretensión de mostrar, e ir recopilando los pensamientos que los hombres y mujeres sabios han ido produciendo sobre el amor, porque cuando amamos, al fin y al cabo, nuestra manera de amar, está escrita en algún libro.
Alejandra Menassa. Psicoanalista